Vives una
farsa
Si
trabajas en un centro de salud y lo haces por convencimiento, por decisión
propia, porque querías dedicar tu labor como médica a las familias y a la
comunidad, si elegiste medicina de familia y comunitaria o pediatría con la intención
de trabajar en primaria sabes que hoy vives una farsa.
Los
mayores recordarán los cupos en los ambulatorios, donde cualquier médico,
expendiendo recetas y volantes de derivaciones, los famosos P10, era capaz en 2
horas de trasegar 100 pacientes o más sin despeinarse, o casi, con una auxiliar
que le sellaba las recetas para que todo fluyese. Y fluía, ya lo creo que
fluía. El médico no como eje del sistema, sino como operario ilustrado,
contratado para mantener engrasada la maquinaria hospitalaria con un flujo
adecuado de pacientes. Entonces vino Alma Ata, el momento de la medicina de
familia y comunitaria o la pediatría de primaria, la atención primaria como
puerta de entrada, como núcleo, como eje del sistema, los gestores, muchos de
ellos médicos, empapados en ese espíritu, se lo creyeron, lo empezaron a hacer
posible, fueron los años de oro del impulso primarista.
Lamentablemente,
tras los últimos veinte años cada vez parece más que fue un espejismo. Pasados
40 años del tiempo de las grandes ilusiones, ¿qué queda? Seguimos anclados en
el hospitalocentrismo, sobre todo nuestros gestores, deslumbrados por la
tecnificación y los héroes. ¿Y primaria? Apenas nada. Un "mainstream"
de liberalismo y "self made men" no deja sitio para la salud
pública, las soluciones colectivas, la equidad como objetivo, la colectividad,
la medicina de familia y comunitaria.
Si
te hiciste de primaria por tu interés en la promoción de la salud, en las actividades
preventivas, para estimular la participación comunitaria, para comprometerte
contra las inequidades en salud interviniendo sobre los determinantes sociales,
para poner tu grano de arena en el empoderamiento del ciudadano como sujeto de
derecho y de responsabilidad en su salud, hoy día estás en el camino
equivocado. No es azar ni casualidad que los compañeros más jóvenes, y menos
jóvenes, elijan otros destinos, renuncien a sus puestos, o necesiten una baja.
Ahora vives una farsa.
Aunque
quisieras hacerlo de otra manera, aunque luches contracorriente en grupo o
individualmente, aunque dediques el tiempo y el esfuerzo que no tienes sin más
ayuda, no te equivoques, lo que se espera de tí es que cumplas como hace
cuarenta años, como médica de cupo, ahora con horario ampliado, que ante todo y
por encima de todo pases consulta. Muchas más responsabilidades y exigencias,
más necesidades percibidas por la población, en realidad tienes menos tiempo
que antaño, con mucho más riesgo de error y de insatisfacción; te entierra cada
día una burocracia inútil para el paciente en términos de años de vida con
calidad ganados; cobras menos que hace años por un trabajo cada vez más penoso;
ves a tu familia menos que a muchos de tus pacientes; llegas a casa desarmada, abatida, a horas intempestivas, si
tienes suerte llegarás a acostar a tus hijos. El paciente es una cuenta
aritmética, uno menos si ya lo has atendido, uno más en la lista si está
pendiente; los avisos no son una oportunidad sino una interrupción o un
fastidio; ves los días de formación como días libres de consulta, y mejor ya ni
pensar hasta que punto colaboras culpabilizando la pobreza, contribuyendo al
control social, hasta qué punto tiene tu prescripción o tus consejos de
inducidos y no dignos. ¿Hace falta seguir? ¿Cuánto tiene de farsa tu desempeño
actual?
Probablemente
habrá que reformular la atención primaria y sea tarde para muchas, que
simplemente hemos estudiado medicina en el país equivocado, en la la época
errada ¿Entonces, qué hacemos? Algunos pocos, los incombustibles, seguirán y
seguirán tenaces, inasequibles al desaliento. Otros se rompen o se romperán,
otros se sumarán a la renuncia, al basta ya, al así no.
Nosotras
te proponemos que busques razones para seguir, que pienses en ellas, porque te
hiciste médica para mejorar tu sociedad y la de todas. Qué des un paso al
frente para que, en un futuro próximo, las médicas y médicos de este país se
sientan orgullosas y elijan nuevamente la atención primaria para quedarse a
desempeñar la tarea más bonita del mundo.
Perdida
toda confianza en nuestros gestores, que están a sus asuntos, que no los tuyos,
confiamos en que la Justicia les obligue a dignificar nuevamente nuestra
profesión. Nuestra denuncia colectiva será presentada de forma inminente. No
dejes pasar la oportunidad de poder sentirte bien contigo misma. No da puntos
pero lo llevarás a gala en tu currículum. Aunque sea por el propio placer de
hacerlo, por poder algún día dejar de vivir esta farsa.
No
esperes más de aquellos que buscan su interés vendiendo que es por el tuyo. Súmate
a APsemueve, sin conflicto de intereses, y a su Denuncia Colectiva.
PD:
Te recuerdo que hemos conseguido que el gabinete jurídico disminuya sus
pretensiones económicas. Un único pago de 180€. Y si ganamos, si consiguen
ganar para nosotros, otros 180€ les daremos cada una con gusto para que se vayan
de fiesta a nuestra salud.
Para más información: ComunicaciónAPsemueve@gmail.com; Twitter
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